jueves, 24 de septiembre de 2009

Paz... cuando de verdad se ha amado.


Luego de un tiempo fuera de estos lares, he decidido volver. Principalmente porque me he encontrado viviendo una experiencia nueva, distinta y paradójica.

Hace algunos años atrás cuando literalmente me retorcía en el suelo, gimiendo, gritando, llorando por el “desamor” de un gran “ex”, me pregunté: ¿ Cuándo será el día en que no sea yo la que sigue queriendo? ¿Cuándo podre caminar sin importarme nada más que yo misma, y dejar atrás a cualquiera?

Finalmente, ese día llegó, pero lejos de disfrutarlo me encuentro sufriendo con gran intensidad el hecho de hacer sufrir a otro, a otro que es muchas cosas, a otro que no deja de importar jamás, a otro que es inevitablemente un gran “otro”.

Entonces me doy cuenta que no importa, no importa en qué parte o en qué ángulo, ni en que tiempo me sitúe, es inevitable no sufrir cuando se ama. Desde el sufrimiento leve de una discusión casual, hasta el dolor horrible e indomable de ser dejado de amar. Y es que aquél que puede seguir su camino tan rápidamente, sin siquiera mirar atrás parece ser un narcisista, quien sumido en su amor propio olvido las semillas que dejo en el pasado de alguien. Es que me parece casi inevitable que cuando se deja de amar al que antes se amaba, se desea intensamente volver a amarlo, y es la resistencia misma al futuro, es un querer avanzar pero abrazado a la nostalgia, es querer reír sin herir el llanto de otro, es no querer equivocarse, es no querer perder, es no querer olvidar.

Sin embargo, el tiempo, la vida misma y el espíritu vivo de quienes lo despertamos, nos hace comprender que hay opciones, decisiones, motivos y, que si se es cuidadoso, si se es prudente, si de alguna forma aún se ama al que se deja de amar, es posible no provocar el mar de llantos, el mar de iras, despojos y mentiras.

La verdad es que cuando hace unos años atrás me retorcía de dolor, miedo, angustia, estaba viviendo algo innecesario, estaba viviendo el verdadero “desamor”, estaba frente al verdadero narcicismo, ya que no hay forma alguna de amar a alguien y hacerle una y otra vez creer que “ahora si que si”, es insostenible pensar que utilizar a otro por un rato, por un beso, por una noche pueda ser parte de un sentir verdadero en el pasado. Asumo que esas veces, esos tiempos, esos dolores no contaron con amor mutuo, era más bien mi monologo.

Soy honesta y creo que a menos que se este absolutamente seguro de querer amar al ya no amado, no debemos dar paso a besos, caricias ni mentiras. No debemos mirar el espejo cada vez que queramos amarnos un poco, ni menos tomar el camino cortado solo por comodidad. Debemos mirarnos más que el ombligo, debemos mirarnos el corazón, debemos mirarnos las manos…debemos mirarnos en el pasado.

Que las relaciones no son fugases, que las gentes son más que cosas, que el verdadero amor nunca se acaba…solo se transforma, es por eso que existen amigos, ex amantes y amantes para toda la vida. Es por eso que hay límites invisibles, que nadie QUIERE romper, es por eso que cuando pensamos en nosotros mismos, somos capaces de ver a otros. Es por eso que queremos hacer un trueque de amor, yo viviría tu dolor mil veces, he estado ahí, bajo el zapato, y desde acá te digo que es peor ser la bota, es peor ser el zapato…al menos lo es cuando se verdad se ha amado.

Paz

1 comentario:

  1. Que bien.... aunque no sé si será un problema estructural, pero de todas formas, me parece un poco triste. Sincero, pero triste.

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