sábado, 27 de diciembre de 2008

Perfecta Elsa


Hace algunos días me encontré con mi amiga Elsa en la calle, iba muy de prisa haciendo compras de navidad, miles de bolsas, una sonrisa en el rostro e incluso un corte de pelo nuevo, claro si después de lo que paso con Perico ella esta muy diferente. Antes de avanzar más en esto, les contare un poco de Elsa.

Elsa, Mujer hermosa, delgada, voz suave, tierna, sumisa, perfecta, es la clásica mujer ideal para cualquier hombre, esas que no reclaman nada, todo lo aceptan con su mejor cara. Elsa es de esas mujeres que pololean por siglos y prácticamente crecieron junto al inmaduro de su novio. Mi estimada Elsa es “la mujer ideal” para el clásico machista (algunas veces camuflado) que todas conocemos. Ella nunca piensa mal de nadie mucho menos se imagina cosas o pasa rollos, y por supuesto, se lo cree todo; una pincelada de ello es que ante el hecho de que su otra mitad pase la noche donde su amiga (que vive en una pieza con una sola cama) acepta encantada, ya que ellos son amigos desde hace mucho y el le ha dejado en claro que son exclusivamente amigos.


Elsa es también del tipo de fémina que no sospecha en lo absoluto si su novio jamás la invita a esas juntas nocturnas, de todos los viernes y sábados, porque entiende que es noche de hombres y que juegan play o cartas toda la noche, e incluso recibe a Perico con la caña y sin bañarse el día después que no llego a una cita programada. En efecto, Elsa es la mujer con la que todos se quieren casar, la que se presenta a los amigos, a los padres y se muestra como prueba de la estable vida del pelmazo M e atrevo a decir que Elsa vive en blanco y negro, anhelando tomar las riendas de un delantal y una escobilla y que a pesar de haber pasado décadas siguen viviendo en épocas lejanas, donde la mujer era algo así como la esposa y madre perfecta, pero ni pensar en ser “mujer”. Sin embargo, el factor que convierte lo anterior en algo cruelmente negativo, es el hecho de que ella se siente tan inmensamente feliz que llega a creer que lo tiene todo, pero tarde o temprano se enfrenta a que no tiene nada. Absolutamente nada.


Lo que sucede con Elsa es que se perdió, se perdió a sí misma dentro de lo inmenso que paso a ser Perico, es más, Elsa dejo de tener amigas porque nunca tenía tiempo y la verdad es, que antes de salir o hacer juntas con amigos prefería pasar la tarde esperando que en algún momento llegara el susodicho y poder consentirlo antes de que éste fuera a su tanda nocturna de “play”. Lamentablemente, Elsa amo tanto a perico que dejo de amarse a sí misma, creyendo que la felicidad de él era de la de ambos y más todavía negó todo lo que alguna vez fue ella sin él. Elsa desapareció.

Como la mayoría de las historias, la de Elsa también tiene un momento decisivo ese cuando el mundo ideal, a pesar de parecer inexorable, se derrumba y arrasa con todo lo que hay dentro de él. A Elsa la engañaron y fue de la peor manera que puede existir, porque la engañaron haciéndola sentir que fue su culpa, y peor aún, sin pedir perdón.

Perico se transformo, ante sus ojos y de un suacate, en otra persona con otros gustos, otras intensiones, otra forma de hablar, otros proyectos que no la incluían a ella.

Lo que sigue a esta situación es Elsa sin nada más que ella misma, su reconstrucción o quizás la primera construcción de sí misma, una recuperación de sus gustos, de sus ideas, de sus verdaderos sueños. A partir de aquí Elsa se abrió al mundo convirtiéndose en la “mujer” que nunca intento ser y emancipándose de todos. Se corta el pelo, se tiñe, se maquilla (o en su defecto deja de hacerlo) cambia su ropa, sale a bailar, se toma un trago, dos, tres, conoce gente y se hace curiosamente mil veces más hermosa que antes. Y justo aquí es donde la paradoja se presenta; Perico vuelve arrepentido, sorprendido, impactado, suplicando el perdón y jurando amor del bueno. Perico usa todas las estrategias, siendo la de la completa honestidad la que todas aplaudimos, negando a la intrusa de la historia, alabando a la mujer que nunca valoro, admirando su nueva actitud, pidiendo matrimonio, pidiendo algo, lo que sea, lo que se pueda.

A nosotras, sus amigas, nos toco mirar, odiar a Perico y escuchar cada una de sus suplicas, aconsejando las peores venganzas, pero en el fondo todas sabíamos y entendíamos que desde que Perico se acerco la batalla estaba perdida, ella lo amaba.

La opción de Elsa fue perdonar, cambiar y volver a amar, pero de una manera más honesta, amar siendo Elsa, una Elsa mucho mejor y en colores

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