
Están las que viven creyendo que solo a los demás les pasan las cosas, con eso me refiero a: a ellas les mienten, ellas son celosas, ellas son “cuaticas”, ella perdió su pareja y la peor de todas…a ella la engañaron. Esta sensación de superioridad casi siempre termina por botarlas al suelo en el momento exacto en que les pasa a ellas.
Así es Gervasia, una chica con demasiadas certezas y muy pocas dudas para vivir en este mundo. Ella, la clásica mujer que te encantaría patear en el suelo, no porque te haga daño, sino porque siempre tiene la razón, siempre “supo” que eso iba a pasar, siempre “te lo dijo”, pero finalmente la odias por que a ella nunca le pasa. Sin embargo, toda regla tiene su excepción e incluso a mujeres como ella les suceden las cosas, y de una forma aún peor, frente a sus narices.
Hace un par de noches Gervasia hablaba con las chicas y les contaba acerca de lo hermosa que era su relación, lo honesta, sin rodeos y relajada que eran sus discusiones y más aún aclaraba lo “sano” que sería para todas tener una relación así. En efecto, todas soñábamos vivir con esta intensidad y libertad nuestra vida de pareja pero parecía sacado de cuento la otra mitad de Gervasia, y aunque a todas nos constaba su existencia y fanatismo por Gervasia, parecía imposible que hombres así existiesen en el mundo. Efectivamente, era imposible. Lo que sucedía en casa de “perfect man” mientras la Ger nos enseñaba acerca de la vida, cual psicóloga, era mucho peor que cualquier desgracia que estuviésemos viviendo nosotras como oyentes y era peor no por la magnitud del hecho en sí mismo, sino por lo que significaba en la su vida, Gervasia tenia tantas cosas claras acerca de sí misma y del mundo que nadie pensaba en que algo saliera de su lugar estando ella atenta y es por eso que impacto tan fuertemente a la Ger, porque jamás pensó que ella no vería algo así.
A todo esto, si la Gervasia es así es porque ella vivió muchas experiencias anteriores donde le paso de todo, desde humillaciones por millón a humillar a otros por montón. Por todo eso, es que ella pensó que nada podría sorprenderla, mucho menos que su otra mitad osara engañarla durante un par de semanas y ella ni siquiera notara algo extraño, es decir, que ella fuera la tonta. Para sumarle puntos a este cuadro, la otra, la extraña, la intrusa no era una desconocida sino que pasaba a las filas de “exs” del traidor, y por lo tanto, se reía a carcajadas de ella, al menos así lo asumía la Ger, que vivió mil veces el papel de la otra. Consecuencia directa de esta situación es que sin pensarlo ni un segundo la Ger congelo sus emociones, corazón y razón, decidiendo lo primero que su instinto le dijo, huye! Huir de todas las circunstancias, huir de la humillación de ser la idiota de la que otros se ríen, de ser la idiota que no vio como era olvidada, la idiota a la que le pasan las cosas, la idiota que es como ellas; como las demás.